Los palomillas pelotean en las inmediaciones del Carbajo y esperan que Bobby, el querido Bobby Carbajo, les abra el portón para que a tropel, pero sin violencia, ingresen al “coloso de Bellavista” para hacer una “pichanga” y dar paso a sus exquisiteces con la número cinco. Han estado tocando un buen rato hasta que por cansancio el viejo Bobby guarda el látigo y saca las llaves.
Son pasadas las cuatro de la tarde, es invierno, la luz se va temprano y no hay tiempo que perder. Iluminación artificial? No seas malo, ni de vainas.
Han llegado de diferentes barrios. Vestidos con franelas de todo tipo, zapatillas de marca y también de Carrillo Albornoz, algunos son hinchas del Chalaco porque su papá seguía el León Porteño, otros del “Vamos Boys” porque anda en Segunda y hay que hacer fuerza para que vuelva, los menos simpatizan con el KDT Nacional que en la década del 60 tuvo un puntero zurdo que jugaba con las medias abajo, Elías Facusse “El Poeta de la Zurda” como lo bautizara Oscar Artacho, fundador y relator de “Pregón Deportivo”.
Otros más con recelo, acaso sean objeto de burlas y bromas pesadas, se identifican con el cuadro amarillo del ADO Asociación Deportivo Olímpico, porque no del Carlos Concha del negro José Ferreti Alzola o quizás del Frigorífico que tuvo al “Critico” Zevallos, alguna vez convocado a la selección nacional. Hay para todos los gustos hasta de equipos de ligas como Alianza Miranaves, Chim Pum Callao, Atlético Ayacucho, Grumete Medina y el SIMA.
La pichanga termina y para que no haya bronca el árbitro, un voluntario que fue apanado varias veces, declara empate porque sabe que la sangre de los chalacos está en permanente ebullición, que hierve y que recorre las venas cuando se trata de defender los colores porteños. Su promesa es que la sangre no llegue al río.
Fuente : Oficina de Imagen Institucional y Protocolo
16 de septiembre de 2019